2006/11/26

> Erreportajea: Hezkuntza > MIKE: "SOY DE LOS QUE PEGAN"

  • Reportaje: Soy de los que pegan
  • El País, 2006-11-26 # Patricia Ortega Dolz
Yo al principio era de los que recibían, pero hace tiempo que soy uno de esos chicos que se pasa la hora dándole collejas al de delante. ¿Por qué? Porque es el que no se defiende. La vida es una cuestión de respeto y a veces se gana a hostias. Si te ven que eres el más achantao van a por ti. Aquí pisas o te pisan. En el colegio era distinto. Allí los profesores me conocían y me trataban como si fuera de la familia, y no tenía problema. Aquí soy la oveja negra".
Mike, como ha decidido llamarse este estudiante de 17 años que cursa segundo de bachillerato en Madrid con una media de notable, llega a la cafetería del instituto después de su última pelea. Detrás de esa cara de niño, con ojos oscuros y despiertos, vaqueros, zapatillas, sudadera negra con capucha, mochila, cadena de plata gruesa al cuello y anillo a juego, se oculta un chaval problemático e inadaptado:

-He hablado con él. Le he tenido que poner la silla en el cuello y advertirle de que no se vuelva a repetir porque si no... Me he cagado en todos los rumanos y le he dicho que estaba hasta la polla de sus tonterías. Y ya, sin problemas -resume de su última actuación.

Lo que ocurrió (es su versión) fue que él iba andando por la clase y pisó "sin querer" la cartera a un compañero de origen rumano, con la mala suerte de que le rompió la tapa de la calculadora. El dueño de la calculadora decidió tirarle su mochila por la ventana. Así que su respuesta fue la que él contaba al llegar a la cafetería...

-A mí me va mal porque soy muy impulsivo. Pero ya me empiezo a controlar.

Apenas llevaba una semana en el instituto cuando le echaron por primera vez. Expulsión. Ése fue uno de los primeros conceptos que aprendió en ese centro Mike.

-Había estado hablando en clase y el profesor me obligó a escribir 100 veces: "No hablaré en hora de clase". Me pareció una tontería y no lo hice. Así que me mandó 500. Y si no había escrito 100, menos iba a escribir 500 veces esa gilipollez. Llegó a mandarme que lo escribiera 5.000 veces. No lo hice, ni una sola vez. La siguiente amenaza fue: "A jefatura". Cuando salí del despacho del jefe de estudios no sabía qué hacer. Estaba expulsado. Iban a llamar a mis padres. Era la primera semana de instituto. Tenía 13 años. Me fui a la calle y anduve horas y horas. No sabía qué hacer. Si volvía a casa me iba a caer una bronca de la hostia. No quería volver. No sabía adónde ir. Al final me encontraron. Vi a mi padre venir hacia mí. Pensé que me iba a dar un hostión. Pero me abrazó. La amistad más importante son mis padres. Nunca me van a dejar tirado.

Pocos saben qué es lo que le importa a Mike. Casi nadie, salvo algún profesor, sabe que es un crack con los ordenadores. Nadie sabe que quiere ser ingeniero informático, que da clases particulares a chavales de cursos inferiores de matemáticas, física y química ("y aprueban... ¿eh?"), que se pasa las tardes en casa estudiando y jugando con su hermano pequeño, y que luego su madre, que vive bastante ajena a sus problemas de comportamiento, repasa con él la lección.

-Por eso yo voy al instituto a divertirme. Las clases son un coñazo. Muchos profesores llegan y nos leen un libro. Eso también lo hago yo. Y luego quieren que les respetemos por el simple hecho de que son profesores. El respeto hay que ganárselo. Mira cómo con la de lengua no tengo ningún problema. Nos trata como a personas y se curra las clases.

-Es que los profesores se refugian en la jefatura todo el rato. Por qué no lo resuelven ellos. ¿Qué me van a hacer? ¿Expulsarme? Vale -arranca Andrés (pelo rubio, vaqueros, zapatillas, sudadera gris, mochila al hombro, anillos de oro...), otro de los piezas del instituto, con 15 años y que viene de hacer un examen.

-Yo no tardo mucho. Pongo el nombre y entrego -dice con una media sonrisa-. Total, es una tontería estudiar los dos primeros trimestres. Si suspendes el segundo, tienes que examinarte también del primero. Así que yo sólo estudio para el tercero, que es el que cuenta. En vez de hacer tres exámenes de 10 preguntas, hago uno con 10, pero variadas -explica.

Entre los dos suman cerca de 40 expulsiones y varias citaciones judiciales por problemas fuera del centro. La media de Andrés, aunque puede acumular tantas faltas como Mike, es mucho más baja. De hecho, ha repetido un curso ("soy un vago"), primero de la ESO.

-A mí me colgaron el sambenito de malo por mi hermano, que estuvo en este mismo instituto antes que yo. Nada más llegar ya estaba señalado por los profesores -dice mientras cuenta que el otro día se encaró con la de inglés porque le dijo que tenía que hacer lo que ella dijera porque era la profesora.

-Tú no mandas a nadie. Te meto un capón que te hundo -recuerda que le respondió-. Hay profesores que sólo por serlo se creen más que tú.

Mike y Andrés forman parte de esa oscura franja de entre el 1,5% y el 4,5% de alumnos que las estadísticas recogen como conflictivos y maltratadores en sus diversas versiones (según los informes sólo hay un 0,4% de acosadores). Son esos a los que, según los estudios, cerca del 50% de padres, alumnos y profesores culpan de ser los causantes de la conflictividad en los centros educativos.

En las últimas semanas se ha hablado mucho de violencia escolar. Desde los incidentes ocurridos por la agresión de unos padres a un profesor en Barcelona, a los registrados en Elche (Alicante) y en Lepe (Huelva) entre alumnos y profesores, pasando por los diversos casos de agresiones entre estudiantes y de bullying... La alarma se ha extendido y desde los medios de comunicación se ha contribuido a generar una preocupación por lo que ocurre en los institutos. Los tribunales superiores de Justicia de Cataluña, Valencia y Andalucía ya estudian y reciben solicitudes para que las agresiones verbales o físicas contra los profesores sean consideradas "atentado contra un funcionario público". La petición de intervención judicial crece. Pero, ¿es ésa la solución? ¿Desde la institución educativa no se puede hacer nada con chicos como Mike y Andrés más que ponerlos ante el juez o expulsarlos?

"Si los escolares no perciben que lo que ellos llaman gamberradas continuas con un compañero constituye un delito de libro, mal vamos. Porque estamos ante casos similares a la violencia de género, que ha requerido la intervención penal. Y se confunde el Derecho Penal de Menores con la "mano dura", cuando en realidad la legislación ofrece un abanico de soluciones que permite adaptarse a cada caso como un guante", explica Manuel Dolz, fiscal adjunto de la Fiscalía delegada de Menores.

-Yo tengo una causa pendiente en el juzgado aún. Ya tuve que ir otra vez. Fue por pegar a una tía en una salida con la clase. Si no llega a ser porque ella me puso el ojo morado, me cae la de Dios -dice Mike con un falso orgullo.

-A mí me llegó un aviso de citación, pero no me ha vuelto a llegar -apunta Andrés.

Ambos se saben conflictivos. Reconocen que es una manera de defenderse para hacerse respetar. Se aburren en clase e insultan y se ríen de unos, molestan y retan al profesor... Su refugio más pasivo es el MP3 ("me pongo los cascos y desconecto"). Y ni siquiera responden al mismo perfil. Sus mundos son distintos. Mike se va a casa de los padres de su novia las tardes de los fines de semana. No bebe y dice que ahora ya no fuma porros.

-Durante una época me junté con grupos de chicos mayores y probé. Pero paso de ese rollo, es una mierda. Sólo fumo tabaco.

Andrés, en cambio, vive más la calle, porque su familia le tiene menos controlado. Su madre trabaja, su hermano mayor no le habla ("no sé por qué") y su padre...

-Sí, él me dice que estudie, cuando me ve. Mike aprueba con nota y Andrés pasa de estudiar, aunque...

-Bueno, si pudiera elegir qué ser, diría que médico, pero no quiero estudiar tanto -dice. Así que quiere terminar la ESO y sacarse un módulo de soldador (como su padre); tener dinero, comprarse una moto y viajar.

Mike, en cambio, tiene claro que será ingeniero informático.

-Se me da muy bien. Lo arreglo todo. Maqueté la revista del instituto.

¿Qué se puede hacer con ellos para que consigan sus objetivos sin provocar problemas a los demás y a sí mismos?

La respuesta no es un misterio, al menos no totalmente. Parte radica en los innumerables estudios sobre violencia escolar que se vienen realizando desde los años setenta y que en España han proliferado últimamente por encargo de las comunidades, del Defensor del Menor (2005), del Defensor del Pueblo (2000 y 2006)... Pero aún falta aplicar sus resultados.

"La solución no puede entenderse como la ausencia del conflicto. El conflicto es un elemento esencial de la vida, una oportunidad de aprendizaje. Hay que resolverlos de manera que hagan crecer a los individuos y a la institución", dice Elena Martín, catedrática de Psicología Evolutiva de la Universidad Autónoma de Madrid y autora de varios estudios. "Los programas que implican a los alumnos en la convivencia resultan muy útiles, ya que son los iguales quienes antes detectan las agresiones. La participación en la elaboración de las normas, la adecuada atención a la diversidad, los planes de acogida y tutoría y el funcionamiento de comisiones de convivencia son factores relevantes en la prevención del maltrato", agrega.

-Yo estoy en una de las comisiones de convivencia de mi curso -dice Andrés-. Mola, por lo menos se hablan las cosas.

Sólo el 6% de los directores de los IES dice contar con programas de convivencia en sus centros, pese a que el 90,7% de los profesores cree que todos deberían tenerlos. El 60% de ellos asegura que, cuando las hay, son puros órganos sancionadores. Y el 72% cree que la Administración educativa no se preocupa por los problemas de convivencia en los centros.

"El modelo punitivo en exclusiva está fracasando. No funciona con los chicos que no cumplen habitualmente las normas No favorece un desarrollo moral: sólo se reprimen. En un caso de acoso, no puedes trabajar de entrada la relación entre acosador y víctima, pero sabes que, aunque expulses al agresor, volverá. Por tanto, hay que castigar, pero no sólo. Y son cuestiones que no se deben abordar sólo desde el profesorado, sino que requieren la colaboración de los alumnos", dice Juan de Vicente, que dirige un premiado programa de convivencia en el IES Miguel Catalán, de Coslada (Madrid): cinco alumnos ayudantes por curso, elegidos por sus compañeros, se encargan de observar cualquier situación de maltrato y estudiarla con los orientadores. Con mediaciones, mediante acompañamientos de alumnos a otros compañeros, mediante estrategias de integración... Y funciona. "Lo mejor de esta fórmula es que te permite detectar cualquier caso de maltrato, del tipo que sea, casi de inmediato. Algo fundamental para atajar estas cuestiones", explica de Vicente.

Según los estudios, la mayoría de los estudiantes (el 90%) dice estar bien en su centro, y sólo la mitad de los estudiantes siente que se valoran sus opiniones ("una vez que te han etiquetado, lo que tú opines no les importa", dice Mike). Por otra parte, el 22% reconoce que le han pegado alguna vez, y el 30%, que lo ha hecho. Y ante una situación de acoso a un compañero, más de la mitad cree que habría que decírselo a un profesor, pero sólo el 10,8% lo haría. Y casi la mitad cree que los profesores no se enteran de esos casos.

Son datos de los estudios citados. Y delatan que la conflictividad no sólo no está controlada, sino que hay una gran falta de comunicación entre las partes.

-Yo creo que si hablaran con nosotros de verdad, no habría problemas -dice Andrés.

-En el fondo yo tengo muy buen corazón -añade Mike.

Uno, con el objetivo claro, pero perdido en el camino. Y otro, en el camino, y con el objetivo confuso. ¿Qué será de ellos?

> Erreportajea: Hiesa > ZACKIE ACHMAT, EL HOMBRE QUE PLANTO CARA AL SIDA

  • Reportaje: La gran plaga
  • El hombre que plantó cara al sida
  • Gay, ex prostituto y enfermo, Zackie Achmat se ha convertido en una leyenda en la lucha contra la pandemia
  • El País, Domingo gehigarria, 2006-11-26 # John Carlin
Los padres de Zackie Achmat eran musulmanes conservadores. Cuando él tenía 14 años prendió fuego a su colegio, se fue de casa y se ganó la vida durante una época como prostituto homosexual. Ateo declarado, con ideas políticas forjadas a base de una intensa lectura de las obras de Marx, Lenin y Trotski, contrajo el sida a los 28 años y fundó el primer movimiento de su país defensor de los derechos de gays y lesbianas. Su padre se fue a la tumba odiándole; su madre nunca logró sobreponerse a la vergüenza. Sin embargo, hoy, el propio Nelson Mandela le ha calificado como un héroe nacional en el país más golpeado por el sida del mundo. Porque no existe ninguna otra persona en Suráfrica, ni seguramente en ningún otro país, que haya dedicado tanto tiempo y energía, que se haya entregado de forma tan desinteresada a la guerra contra el sida; que haya sacrificado tanto para ayudar a tantos.
Achmat, nacido en 1962, despierta la misma admiración fuera de su país y es reconocido entre los activistas del sida como un emblema de la lucha global contra una enfermedad que hoy padecen 39,5 millones de personas, 4,3 millones más que a finales del 2005, según la ONU.
Mañana mismo, Achmat, que ha sido nominado para el Premio Nobel, hará una intervención ante el Banco Mundial en Washington en la que propondrá que combatir el sida no debe ser sólo prioridad para los países pobres más afectados -o incluso países grandes en peligro como China, India y Rusia -, sino que tiene que ser una responsabilidad compartida. Todos deben aportar apoyo político y económico, dirá, porque no hacerlo en un mundo interdependiente, de fronteras más y más porosas, impactará de manera imprevisible en la prosperidad y seguridad de todos.

Achmat, coincidiendo con el inminente Día Internacional del Sida, hizo un análisis para El País de la situación actual. Destacó que, aunque el número de víctimas del virus no deja de crecer, hay motivos para el optimismo, principalmente debido a que los avances científicos se empiezan a aplicar por fin en África, donde viven tres cuartas partes de las víctimas, pero un millón de personas ya tiene acceso a los medicamentos antirretrovirales que hace tiempo son accesibles a todos en los países ricos.

Achmat lleva ocho años dirigiendo una organización llamada Campaña de Acción para el Tratamiento (en inglés, TAC), que se ha dedicado en gran medida a presionar a su Gobierno, a la industria farmacéutica y a la opinión internacional para que se acabe con la desigualdad en el acceso al tratamiento para el sida en países ricos y pobres. La TAC es al sida lo que el partido gobernante de su país, el Congreso Nacional Africano (ANC), del ex presidente Mandela, fue al apartheid. Y así como en los tiempos de lucha de Mandela, Suráfrica era símbolo mundial de la discriminación racial, hoy Suráfrica ofrece el ejemplo más deplorable de cómo reaccionar ante la epidemia.

Mandela declaró en una famosa ocasión que estaba dispuesto a dar la vida por su causa. Achmat ha estado todavía más cerca que Mandela de dar la suya. Durante años se negó a tomar la medicación antirretroviral que podía salvarle la vida porque los fármacos no estaban al alcance de los surafricanos pobres. Mandela le pidió personalmente en 2002 que cediera, pero hubo que esperar al año siguiente, cuando el Gobierno de Thabo Mbeki relajó su perversa postura contra el tratamiento antisida, para que Achmat -con la enfermedad plenamente desarrollada y al borde de la muerte- empezara a tomar las píldoras de Lázaro.

Desde entonces ha sufrido un ataque al corazón que volvió a ponerle al borde de la muerte. Sin embargo, durante la entrevista celebrada esta semana, irradiaba el optimismo y la buena salud de un hombre que ha visto sus esfuerzos recompensados, que ha ganado batallas contra su Gobierno y contra la industria farmacéutica internacional, ya que ha ayudado a dividir por 25 el precio de los fármacos antisida en Suráfrica desde que fundó la TAC, en 1998. Que las cosas parezcan estar cambiando, que el Gobierno surafricano esté sacando, por fin, la cabeza de debajo del ala, se debe más que nada al activismo de Achmat, que vivió buena parte de su adolescencia en la cárcel (incendiar su colegio fue uno de los muchos actos de protesta política y por el que estuvo nueve meses incomunicado cuando tenía 15 años) por su militancia en el ANC, que pasó los años ochenta en la clandestinidad en nombre del ANC y que ha dedicado los ocho últimos años de su vida a combatir la postura del Gobierno del ANC respecto al sida. Y está ganando.

Mbeki parece aferrarse todavía a la posición de "negar la evidencia" cuando asegura que el virus del sida no mata, que los fármacos antirretrovirales hacen más mal que bien y que la remolacha y el ajo son la mejor cura para la enfermedad. Pero la presión política en su país y fuera de él -en gran parte generada por la TAC- ha alcanzado su masa crítica, y tanto él como, sobre todo, los futuros aspirantes a la presidencia dentro de su propio partido se han visto obligados a cambiar de rumbo y sumarse a la ortodoxia internacional sobre la materia. Hay muestras de una revolución silenciosa en la política sobre el sida dentro del Gobierno de Mbeki, indicios de que se preparan medidas radicales para mejorar el acceso a tratamientos antirretrovirales y para que el Gobierno abandone su retórica confusa, engañosa, cuyas consecuencias muchos consideran criminales dentro y fuera de Suráfrica.

A pesar de que el número de personas infectadas de sida es sólo comparable al de India, un país con una población 25 veces mayor, el panorama nunca ha sido tan esperanzador para la campaña de la TAC. Tanta energía positiva desprende Achmat -lleva, como siempre que aparece en público, una camiseta negra con las palabras HIV-Positive estampadas en el pecho, en grandes letras blancas-, que incluso logra sacar algún consuelo de las abominables cifras del sida en Suráfrica, las peores en un continente al que se atribuyen dos tercios de los casos mundiales; un país en el que 900 personas mueren de la enfermedad y 1.000 resultan infectadas cada día; que alberga a 5,5 millones de los seropositivos de todo el mundo; en el que el sida ha acabado ya con 1,5 millones de vidas.

"Las víctimas del sida, sólo en Suráfrica, son mucho más numerosas que las de la guerra de Irak", explica Achmat, que habla del tema sin parar durante cuatro horas -primero en un restaurante, ante una cena baja en colesterol (por su corazón) y sin alcohol (por el sida), y luego en su casa hasta altas horas de la noche-, con buen humor, con lucidez y con una pasión inagotable. "Pero aquí hemos hecho tan mal las cosas, somos un ejemplo tan claro de cómo no actuar ante la epidemia, que ofrecemos una buena lección al mundo que todos los gobiernos deberían estudiar".

"La gran lección sobre cómo no hacer las cosas está aquí". Lo que Achmat recomienda es estudiar el caso de Brasil, el país en vías de desarrollo que ha afrontado la enfermedad de forma más admirable.

Suráfrica y Brasil se parecen en muchos aspectos: los dos países tienen inmensas desigualdades entre ricos y pobres, son prósperos y dinámicos en comparación con sus vecinos y, a principios de los noventa, estaban prácticamente en el mismo nivel de sida. Para explicar lo que ha sucedido desde entonces, qué radicalmente distintos han sido los métodos utilizados por los dos, Achmat recurre a un gráfico que ha incluido en la intervención programada para mañana ante el Banco Mundial. El gráfico muestra dos curvas; una es la incidencia de la muerte por cada 100.000 mujeres entre 15 y 64 años en Brasil, y otra la del mismo grupo en Suráfrica. La curva brasileña es la que se podría esperar en cualquier país normal: asciende lentamente y se hace más brusca cuando el grupo de edad supera los 50. La curva surafricana es tan pronunciada cuando las mujeres están en plena edad fértil como a los 60 años.

En general, el número de muertes entre los hombres y mujeres del grupo de edad de 30 a 34 en Suráfrica es más elevado que ningún otro. "Nosotros nos hemos equivocado en todo y Brasil ha acertado en todo: unos dirigentes que han sentado un claro ejemplo, haber sabido combinar la prevención con el tratamiento, invertir el dinero necesario, mostrar, como sociedad, una actitud saludable respecto al sexo. Lo que quiero decir es que a Brasil no le acompleja que sus habitantes practiquen mucho el sexo. A diferencia de Suráfrica, donde también hay mucho sexo pero se ve la hipocresía y el rechazo desde las alturas". Achmat lo explica con una fórmula: "Beatería pública y permisividad privada". Mientras que en Brasil, dice, la permisividad es tanto privada como pública. "El problema, el riesgo de difusión del sida, es mayor en los países en los que hay excesos sexuales pero no libertad sexual; en los que es tabú hablar de sexo, pero a las mujeres se las trata de manera abominable".

A Achmat, cuya militancia le ha ganado el odio de peligrosos radicales musulmanes en Suráfrica, le horroriza lo que considera la peligrosa insensatez de las religiones que no son capaces de abordar con honradez la cuestión del sexo. "Lo malo es que se confunde moralidad con sexo, se eleva el sexo a la categoría de máxima inmoralidad. Y todavía peor es cuando la gente es permisiva pero pretende que no lo es. Lo que ocurre, yo creo, es que luchamos cada día para tener una nueva Ilustración. Porque la Ilustración significa democracia, razón, ciencia, igualdad, respeto al individuo. En la guerra contra el sida debemos librar esa batalla cada día".

Para Achmat, el gran defensor de esa Ilustración de nuestros días ha sido Nelson Mandela. "¡Eso es ser un dirigente! Ningún otro político surafricano ha hablado más abiertamente ni con más prudencia sobre el sida. En 2003 apareció en el estrado, en una concentración de la TAC, con una de estas camisetas de HIV-Positive. ¿Sabe lo que significa eso en un hombre que se crió en los años veinte y treinta, en un hogar tradicional, rural, aristocrático, que estuvo 27 años en prisión y que, en muchos sentidos, se comporta como un caballero victoriano del siglo XIX? ¡Y luego su hijo muere de sida y él da una rueda de prensa para anunciarlo al mundo, precisamente para combatir el tabú del sexo y el sida! En cambio, aquí, en Suráfrica, mueren 1.000 personas al día y nuestros dirigentes actuales, ni una palabra".

Sin embargo, las cosas están cambiando en Suráfrica. "Ha habido una gran transformación, y el próximo presidente no tendrá más remedio que hacer que el sida sea una gran prioridad. En comparación con 1988, el año en el que se celebró el primer Día Internacional del Sida, hemos avanzado enormemente en cuestión de tratamientos, uso de condones, investigación, y -cosa muy importante- cada vez se es más consciente de que existe una relación entre desigualdad entre sexos y sida; que si se disminuye la violencia contra las mujeres y ellas adquieren más independencia económica, el resultado será una contención de la epidemia".

También se dedica mucho más dinero a combatir el sida. Pero no es suficiente, el 50% de lo que se necesita en todo el mundo, dice Achmat, que considera "obscena, escandalosamente obscena" la desproporción entre el gasto dedicado a la llamada guerra contra el terrorismo y el dedicado al peligro mucho más claro e inminente representado por el sida y otras enfermedades que siegan la vida de los pobres, como la malaria y la tuberculosis.

No obstante, Achmat termina las cuatro horas de conversación en un tono esperanzado, como corresponde a un momento en el que parece encontrarse en el umbral de una famosa victoria, la de haber contribuido a cambiar por completo las políticas sobre el sida que han hecho de Suráfrica un caso perdido y un ejemplo vergonzoso para el resto del mundo. "Creo que el movimiento creado en torno al sida, no sólo aquí, sino también en el resto de África, ha engendrado un grado de solidaridad social y motivación común que no se había visto ni siquiera hace 50 años, durante los movimientos africanos de independencia. Creo que sobre las cenizas del sida podemos construir unas sociedades más democráticas y fuertes, como ocurrió en Europa tras la II Guerra Mundial".

La gran injusticia -una de las más grotescas del mundo- es que una enfermedad que ya es sólo crónica y en gran medida asintomática en Europa y en Estados Unidos, sigue siendo mortal en África. El gran objetivo es que se deje de discriminar a los países pobres en materia de salud; que tanto en África como en otros continentes en los que existe la amenaza de que el sida adquiera dimensiones africanas se logre la igualdad.

Achmat sabe que la victoria está lejos, que la guerra será larga, que todavía existen grandes peligros y será preciso matar más dragones, pero él mismo ha resurgido de las cenizas. Es inteligente, ambicioso, astuto y dinámico, y después de haber logrado victorias en el campo de batalla del sida más duro de todos, el de Suráfrica, después de haber derrotado él mismo a la propia muerte, su fe de ateo le dice que, a pesar de tanto sufrimiento, todo es posible.

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  • Aún hay salvación para China, India y Rusia
Los gobiernos de de China, India y Rusia, tres países que Achmat considera al borde de una catástrofe sin precedentes por lo que respecta al sida, aún tienen tiempo de actuar. "Los conocimientos y los tratamientos médicos están mucho más avanzados que cuando empezó a extenderse la enfermedad en Suráfrica, hace 10 años, y los medicamentos son muchísimo más baratos". Los motivos de alarma en estos países no tienen que ver sólo con que los casos de sida estén aumentando. "Tienen en común con Suráfrica dos factores que favorecen la epidemia: vastos movimientos de mano de obra inmigrante y una terrible desigualdad entre los sexos", explica Achmat.

Los trabajadores que están lejos de sus familias no sólo tienden a mantener relaciones sexuales superficiales en los centros urbanos en los que trabajan, sino que, cuando vuelven a sus hogares rurales de vacaciones, contagian la enfermedad a sus esposas. Por eso es por lo que el VIH, además de extenderse por toda Suráfrica, ha causado "estragos", según Achmat, en países pobres y exportadores de mano de obra del sur del continente, como Malaui, Lesoto y Mozambique. "Si se piensa que, en los momentos de máxima afluencia, Suráfrica ha tenido 1,5 millones de trabajadores inmigrantes, y que en China hay 135 millones, que en su mayoría viven en grandes recintos urbanos, y muchos de los cuales son -un factor de riesgo más- mujeres en edad de tener una vida sexual activa, es fácil ver las posibilidades de catástrofe".

Por lo que respecta a India, no sólo existen también grandes migraciones internas, sino que las clases medias viven en un rechazo de la realidad que es peligrosamente retrógrado. "Las clases medias jóvenes y florecientes siguen pensando que el VIH es cuestión de los homosexuales y de las trabajadoras del sexo", dice, al tiempo que destaca que hace 15 años la gente pensaba lo mismo en Suráfrica, pero que hoy las mujeres jóvenes de su país tienen cuatro veces más posibilidades de resultar infectadas que los hombres. "Lo irónico es que India es el mayor productor mundial de fármacos para el tratamiento del sida y, sin embargo, la gente es muy ignorante sobre la enfermedad". Por ahora, India está empatada con Suráfrica en cuanto al número de infectados, alrededor de 5,5 millones cada una. "Dado que tienen más de 1.000 millones de personas, esa cifra es menos del 0,5% de la población. Imagínese si alguna vez llegara al 10%, como aquí... E imagínese si tuviéramos porcentajes semejantes en China, las consecuencias que eso tendría en países como Vietnam, Camboya, Birmania, tal como hemos visto con los vecinos de Suráfrica. Por no hablar de la sangría de recursos a medida que la demanda de tratamiento adquiera proporciones masivas".

Rusia, cuyas posibilidades de desastre también ha estudiado Achmat, posee además un enorme problema de consumo de drogas por vía intravenosa, que se suma a un machismo desenfrenado y a inmensas oleadas migratorias de trabajadores que van del campo a unas ciudades en plena expansión. "Está claro con qué fuerza se está propagando la enfermedad en Europa del Este", advierte Achmat, que empezó a predicar la catástrofe en su país a principios de los noventa y que trágicamente ha resultado tener razón.

"El gran temor es que esos países sigan los pasos de Suráfrica, así que más vale que confiemos en que lo ocurrido aquí les sirva de advertencia", dice Achmat. "Una de las mejores cosas que pueden hacer todos los países en peligro de sufrir una epidemia similar", según Achmat, "es estudiar con detalle el ejemplo de Suráfrica".
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  • Un Plan Marshall contra el sida
Achmat explica el argumento que piensa plantear mañana en el Banco Mundial y en el que seguramente va a seguir insistiendo, todavía con más fuerza, en años venideros: que lo que se necesita ahora en esta África asolada por el sida es el equivalente al Plan Marshall en Europa. Y que tiene sentido económico crear un fondo de reconstrucción para levantar "sociedades más democráticas, más responsables, en las que estos horrores no vuelvan a producirse".

"Contamos con las herramientas básicas para iniciar un Plan Marshall en África. Tenemos a la gente de nuestro lado", asegura el activista surafricano, que ha trabajado más que nadie para concienciar a la población sobre el sida y movilizar a los ciudadanos para que luchen por sus derechos. "Lo que necesitamos ahora es la dirección y los recursos necesarios". Es decir, como explicará mañana en Washington, que los países ricos deben dar más dinero, que hay que gravar con impuestos especiales a las clases medias y ricas, que las grandes empresas tienen que pagar, que los científicos tienen que colaborar y no competir -como ahora- para hallar una vacuna contra el sida, y que los Gobiernos deben ofrecer incentivos para animarles a hacerlo. Y que todo esto lo deben hacer los países ricos no sólo por obligación moral, sino por lógica política y económica.

Partiendo de la premisa de que las enfermedades como el sida que devastan los países africanos contribuyen a la pobreza, eliminando a la gente joven, de cuya mano de obra depende el progreso, Achmat argumenta que pagar ahora representa ahorrar mucho más a medio y a largo plazo. En una época en la que la migración masiva de los países pobres a los ricos genera tantos problemas, unirse de manera decidida a la guerra contra el sida es, para los países ricos, una cuestión de proteger sus propios intereses.
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> Erreportajea: Pornografia > EL GRAN NEGOCIO DEL "PORNO"

  • Reportaje · La industria del sexo
  • El gran negocio del 'porno'
  • El 'otro Hollywood' produce al año 8.000 millones de euros
  • El País, 2006-11-26, Domingo gehigarria
La pornografía, aunque no se diga muy alto, es una de las historias empresariales de mayor éxito y más rentables en Estados Unidos. Las películas y revistas porno han pasado de ser consideradas como un vicio a una mercancía que domina las estanterías del videoclub de la esquina y los quioscos de prensa. Recauda más dinero en las habitaciones de hotel que los minibares. Y se expande con gran rapidez por las pantallas de los ordenadores gracias a Internet. La incertidumbre legal, sin embargo, plantea riesgos.

La industria pornográfica es conocida en EE UU como la otra Hollywood o la América erótica. La meca es California, con la mayoría de los estudios localizados en el San Fernando Valley, cerca de Los Ángeles, y da empleo a unas 12.000 personas en casi un millar de empresas. Las compañías de cine porno producen al año unos 13.000 títulos catalogados para adultos, casi 30 veces más que la renqueante industria hollywoodiense. Los ingresos anuales del sector en EE UU se estiman entre 10.000 millones y 14.000 millones de dólares, según datos del FBI y de diferentes organizaciones. En España se catalogan 1.200 películas al año como X, que recaudan un millón de euros En los videoclubs se alquilan unas 1.100 que mueven 90 millones de euros.

Es casi una quinta parte de los 57.000 millones que mueven los productos de entretenimiento erótico en todo el mundo, de los que 20.000 millones proceden de los vídeos, 7.500 millones de las revistas, unos 5.000 millones de los teléfonos sexuales, 2.500 millones a través del pago por visión y otros 2.500 millones en Internet. "Sólo los vídeos porno generan más dinero que los ingresos combinados de las franquicias de fútbol profesional, béisbol y baloncesto", advierte Family Safe Media, o que la facturación combinada de las televisiones NBC, CBS y ABC.

Al año se compran o alquilan unos 800 millones de vídeos, por importe de 4.000 millones, según la revista Adult Video News (ANV), la biblia del sector. El problema, señalan desde la firma de analistas Oppenheimer, es que es muy difícil saber cuántas compañías obtienen ingresos de esta industria. Las empresas no están interesadas en hacerse ver, salvo nombres tan conocidos como Playboy o New Frontier Media, por temor a que grupos de defensa de los valores familiares y la decencia les persigan.

Pero sus beneficios son tan espectaculares que grandes nombres del universo corporativo estadounidenses que cotizan en Wall Street, como las cadenas hoteleras Marriott, Hyatt, Sheraton y Hilton, o los distribuidores de televisión por cable Time Warner, Comcast o News Corp, sacan tajada al negocio desde hace años a los contenidos que les suministran las distribuidoras.

Dennis McAlpine, analista de la industria del entretenimiento, en una entrevista con la televisión pública PBS, explica que el porno genera hasta un 10% de los ingresos de los hoteles por habitación, "y eso es un beneficio puro porque lo obtienen sin coste alguno". Los expertos de la industria mediática calculan que un 30% de los video-on-demand tienen contenidos pornográficos, una proporción que se espera suba al 50% antes de final de esta década. El 75% de los ingresos se los queda la compañía que emite las películas porno.

Internet es el otro foco de atención de esta industria, donde los ingresos están creciendo con rapidez, donde la pornografía online genera el doble de ingresos que las descargas de música.

Dane Productions es un ejemplo del éxito de este negocio. Hace 10 años lanzaba su primera película. Hoy, los ingresos superan las seis cifras. Sus fundadores reconocen que mucha gente de la industria no es honesta. Y denuncian que ellos también son víctimas de la piratería, como Hollywood y las discográficas.