2006/06/05

> Iritzia: Sejo Carrascosa > 25 AÑOS DE SIDA

  • Sejo Carrascosa · Técnico en Prevención, miembro de la Comisión Ciudadana Antisida de Alava
  • 25 años de sida
  • Gara, 2006-06-05

Lamentablemente, lo que se inició con un cuadro clínico extrañísimo hace 25 años ha funcionado como una profecía que se autocumple. Se dijo que podía ser una crisis de salud pública a escala mundial. Y lo ha sido.

Tras estos 25 años la evolución de los tratamientos antirretrovirales ha conseguido grandes éxitos; ha permitido a muchas personas seropositivas llevar una vida de relativa normalidad, al menos en los países ricos.

Desgraciadamente, no hemos logrado un verdadero compromiso para que estos tratamientos lleguen a todas las personas que los necesitan, la mayoría en países en vías de desarrollo; por otra parte, asistimos a una banalización de la enfermedad, y se ha creado una inexacta apreciación de la enfermedad como crónica y controlable, y que nos ha conducido a un mantenimiento de la cifra de nuevas infecciones.

También la prevención ha logrado altas cotas de sofisticación. El abordaje de las prácticas sexuales alejado de cualquier valoración moral y la visión de la drogadicción sin prejuicios han posibilitado una reducción de los contagios, todo ello a pesar de las trabas que desde diferentes poderes fácticos, como la Iglesia Católica, han puesto.

No se puede olvidar la situación de la mujer que padece un ensañamiento mayor debido a las desigualdades de género. Todavía son contempladas desde una perspectiva que las sitúa simplemente como un vector de transmisión: putas, madres, promiscuas...

A los 25 años la visión de la pandemia, por realista, no puede ser más pesimista. Más de 40 millones de personas infectadas y 30 millones muertas. y tres millones mueren anualmente. En el Estado español mueren anu- almente más de 2.000 personas y 3.000 se infectan.

El sida se ha extendido por todo el planeta encarnándose en los sectores menos favorecidos. El sida y la pobreza son las causas de que ningún país africano logre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En estos países la pandemia se ha cebado sobre todo en mujeres y en la infancia: dos millones y medio de criaturas han fallecido, solamente el año pasado medio millón y no parece que vayan a menguar esas cifras.

Los países ricos, el nuestro entre ellos, incumplen sus promesas de incrementar los fondos del Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria. Promesas que salen en grandes titulares, pero no se registran cuando se denuncia su incumplimiento. Los países pobres se ven como zonas a expoliar.

No ayudan a paliar estos efectos devastadores los laboratorios farmacéuticos que con su negativa a ceder las patentes se convierten en amos y señores de la vida de un montón de gente que, por haber nacido en una parte del planeta, no tiene derecho a la más elemental necesidad: la salud. La lucha por una vacuna, que choca con la competitividad de la industria farmacéutica, es también algo que nos escupe a la cara la miseria de un sistema de investigación cuyo fin último es el dinero.

Las administraciones de muchos países han delegado la prevención en ONGs. Para esta pandemia que es el sida sólo quedan unas migajas y que, hoy por hoy, con el voluntarismo y la imaginación están consiguiendo tímidamente su objetivo: parar las transmisiones.

Desde el activismo anti VIH-SIDA seguiremos luchando contra la injusticia, denunciando las marginaciones, e intentando mitigar el sufrimiento. Recordamos las palabras de uno de los primeros activistas en la lucha contra el sida fallecido en 1999: «Recordad que un día la crisis del sida terminará (...) y habrá gente viva que oirá que una vez existió una terrible enfermedad, y que un grupo de personas valientes se levantaron, lucharon y en algunos casos murieron para que otros y otras pudieran vivir y ser libres».

> Elkarrizketa: LEONARDO FERNANDEZ > "EN LA MAYOR PARTE DEL MUNDO SE SIGUE SUFRIENDO LA LACRA DE LA HOMOFOBIA"

  • Leonardo Fernández, Coordinador de DDHH y Minorías Sexuales de Amnistía Internacional
  • «En la mayor parte del mundo se sigue sufriendo la lacra de la homofobia»
  • Gara, 2006-06-05
En la última década ha disminuido el número de países que incluyen la homosexualidad en sus códigos penales, pero esto no significa que la homofobia esté extinguida. Aún son ocho los estados que imponen la pena de muerte por este motivo y en más de setenta las relaciones sexuales entre adultos del mismo sexo son motivo de persecución. Leonardo Fernández lamenta que, a pesar de las nuevas leyes, la homofobia sigue presente.

Miembro desde 2001 del equipo de Derechos Humanos y Minorías Sexuales de Amnistía Internacional, Leonardo Fernández lleva más de una década defendiendo los derechos de las personas lesbianas, gays y transexuales en diferentes asociaciones. Mediante su ponencia “Minorías sexuales y Derechos Humanos: Una reflexión sobre la homofobia” plasmó en Donostia la realidad de que, a pesar de los cambios legislativos, la homofobia no ha desaparecido.
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Entre los tipos de homofobia, en la ponencia ha destacado la del Estado y la social.
Sí, porque normalmente lo que en AI solemos reconocer es que la sociedad es un factor muy importante en la homofobia . Es cierto que muchos de nuestros comunicados empiezan con la frase «en más de treinta países gays, lesbianas, bisexuales y transexuales pueden ser perseguidos por sus gobiernos y sus estados», pero también hay una violencia homófoba que no ha ejercido directamente el Estado, sino la sociedad. Pero creo que ahí también los estados tienen su parte de responsabilidad; son ellos los que deben velar por la seguridad e integri- dad de los ciudadanos.


­¿Se puede afirmar que la homofobia que ejerce el Estado influye en crear la de tipo social?
Sucede que en algunos países una persona homosexual es un delincuente y eso tiene su reflejo en la sociedad. Si las leyes recogen la condena por homosexualidad, ante cualquier tipo de situación siempre alguien podrá argumentar que el homosexual es un delincuente o un marginado, y esto tiene sus consecuencias. En otros países, simplemente para incluir en el registro de asociaciones una organización de derechos de lesbianas, gays y transgénero se encuentra mucha oposición social por parte de las autoridades religiosas o políticas.

­El Día contra la Homofobia y la Transfobia sigue sin reconocimiento oficial. ¿A qué se debe la negativa de la UE?
Es una propuesta que surgió el año pasado, porque creemos que es básico reconocer que la homofobia es un problema social importante en todas partes del mundo. Pensemos que hace tres años no se llegó a debatir una propuesta en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Una propuesta que simplemente instaba a los gobiernos a proteger los derechos humanos de las personas, independientemente de su orientación sexual. Ahí no se estaba hablando ni de matrimonio ni de nada por el estilo, sólo de derechos humanos fundamentales, como son el derecho a la vida, el derecho a la asociación o el derecho al igual trato ante la justicia. Una frase tan sencilla como ésa encontró una contestación muy amplia desde la Organización de las Conferencias Islámicas y desde la Santa Sede, que movieron sus hilos para que aquella resolución no fuera aprobada.


­En ese sentido, ¿considera que queda mucho camino por recorrer?
Por supuesto. En los últimos tiempos se ha aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo, está en previsión aprobar una ley de identidad de género, una ley de asilo... Pero no podemos olvidar que, aunque en algunas partes del mundo la cosa siga avanzando, la mayor parte sufre la lacra de la homofobia de una manera muy directa. A pesar de las leyes, la homofobia sigue presente.


­¿El balance mundial que hace es positivo o negativo?
Se han conseguido avances. Por ejemplo, hace tres años en Estados Unidos y en Puerto Rico se abolieron las leyes que penalizaban las relaciones entre personas del mismo sexo. También se ha conseguido la liberación de lo que nosotros llamamos presos de conciencia, personas que han sido encarceladas exclusivamente por su orientación sexual. A nivel europeo, se ha conseguido que Rumanía derogara un artículo de su Código Penal que penalizaba las relaciones homosexuales... Con lo cual, sí se han conseguido avances.

­Acaba de traducir el libro “Sexo, amor y homofobia”.
Es un libro de Amnistía Internacional, que hemos traducido recientemente. Es interesante, habla en un lenguaje muy llano de los derechos humanos, de la historia del movimiento homosexual y transexual, y desenmascara también los argumentos del discurso homófobo. Es un libro que nos hemos animado a traducir por eso, porque se lee muy fácilmente, es cortito y habla de las cosas en un lenguaje fácil. Aclara muchas cosas que la gente suele equivocar a la hora de hablar de homosexualidad y transexualidad. Es un libro muy recomendable para todo el mundo.